Crónica cortesía de Ángel

 

Disfrutar. Creo que esa es la palabra que mejor describe la carrera que hice en Plasencia, Transcanchos. No pensé que pudiera ser tan divertida una carrera en esas condiciones, pero son precisamente esas adversidades las que hacen que te olvides de todo y la disfrutes más de lo que en un principio pensabas.

 

El día se inició como el de otras carreras, con la quedada en la Plaza de la Paz para salir hacia Plasencia, en éste caso sólo Beni, Andrés, Ángel Barrios y yo. Al llegar al lugar de reunión me felicitan por mis 29 primaveras que cumplía precisamente ese mismo día, buena manera de celebrarlo corriendo.

Llegamos al lugar de la carrera, aparcamos y recogemos dorsales no sin antes saludar a varios corredores conocidos. Nos dirigimos al pabellón, nos cambiamos y directos a la salida, donde empiezan a hacer el llamamiento por dorsales justo cuando andamos dejando las cosas en el ropero. Apenas caliento, un par de carreras y poco más, aunque sí que estiro bastante, ya que no quiero ir muy agarrotado en las subidas. Se inicia la carrera y lo hacemos subiendo hasta la rotonda, donde damos la vuelta y emprendemos la bajada hacia la entrada a Valcorchero. Aquí hay que saltar un pequeño muro de piedra, y es justo en el primer paso que doy fuera del asfalto y ya metí el pie en un charco oculto por la hierba. He tardado poco más de dos minutos en mojarme los pies, no está mal (aunque viendo como acabé, eso era lo de menos). Voy junto a Barrios, mientras Andrés y Beni están más atrás. Poco a poco las rampas se van haciendo más prolongadas y empinadas, y los senderos cada vez más estrechos, lo que hace que avancemos en fila de a uno y andando, siendo los valientes los que nos adelantan trotando, aunque poco les duraría el fuelle a la mayoría.

La subida fue larga y aunque había fuerzas de sobra tampoco era plan de derrocharlas a las primeras de cambio, bastantes dudas tenía ya sobre si había hecho bien en salir tan rápido junto a Barrios, aunque llegados ya allí, hasta donde aguante!. Al final de la subida emprendemos una leve bajada hasta un camino, el cuál recorremos durante unos metros hasta desviarnos de nuevo campo a través, ni senderos ni nada. Al final de la bajada hay un pequeño arroyo casi rio (de dimensiones aproximadas al Nilo en horas bajas) el cuál cruzamos por mitad sin miedo a mojarnos los pies, aunque ya iban bastante mojados. Al cruzarlo comenzamos a subir por un sendero y poco después por mitad del monte, que nos dejaría en el primer avituallamiento, km 4. Apenas paro para coger un vaso de agua y continúo por una pista unos metros. El siguiente tramo se hizo bastante duro, sobre todo la subida antes de llegar al segundo avituallamiento. La subida podría asemejarse una pared, muy dura, y más aún con el estado del suelo que hacía que los pies no agarrasen y traccionaran como deseaba. Al poco de comenzar a subir adelanto al míster del Ciudad del Xerte, Antonio, el cuál va diciendo que eso es inhumano, que como no haya más tramos para correr se retira!!. Unos kilómetros después me devolvería el adelantamiento y aunque le mantuve la distancia ya no le volvería a adelantar.

Después del segundo avituallamiento emprendemos un tramo por la calzada romana, que casi prefería ir por el campo, porque entre lo mojada que estaba y los pedruscos que había… más que correr era una carrera de obstáculos. Éste tramo se me hizo bastante pesado, aunque creo que por el esfuerzo del inicio más que por otra cosa. Los siguientes kilómetros fueron bastante llevaderos, con subidas y bajadas normalitas, pero embarradas y peligrosas y que hacían que en las bajadas yo me lo tomase con calma (no tenía el tobillo al 100% después del esguince) y me pasaran algunos corredores, aunque en las subidas los volvía a pasar. En las bajadas creo que todos los corredores echamos mano de esa planta tan conocida para unos y desconocida para otros, no es otra que Retama sphaerocarpa, o más conocida como “retama”, que nos dio seguridad en las bajadas a costa de quebrarle algunas ramas a veces.

 

Se empezaba a notar el efecto del roce del barro en la goma del calcetín y zona del tobillo, teniendo algunas veces que parar para evitar tanto roce y limpiarme la zona. Así pasamos el tercer avituallamiento y nos encaminamos en los siguientes kilómetros a afrontar la subida al puerto, eso, sí, por el monte, nada de senderos ni caminos ni pijadas de esas, que para eso el lema de la carrera es “puro monte!”. Y fue justo antes de comenzar a subir cuando el agua hizo acto de presencia (que raro, agua?? Si por aquí apenas ha llovido) y nos acompañó casi intermitentemente hasta el final de la carrera.

El avituallamiento del puerto era numeroso y muy animado, cosa que se agradecía y donde me entretuve un par de minutos, quizás donde más paré. Desde aquí hasta el final era casi todo hacia abajo, con algún susto en la bajada que hizo poner mano al suelo para evitar males mayores, y una última subida al mirador para afrontar los últimos dos kilómetros y pico. Aquí ya pude lanzarme en alguna bajada que te permitía alargar la zancada. La verdad que llegué a la parte final de la carrera bastante bien, sin fatiga y aún con fuerzas, creo que me vino bien el tiempo de inactividad por la lesión para cargar pilas. Volvíamos al tramo inicial de la carrera, pero en sentido inverso, ya estaba todo hecho y sólo faltaba entrar en meta. Abandoné la tierra y pise el asfalto para hacer los últimos 200 m y entrar en meta con la mejor cara posible después de la batalla en el barro, aunque más que batalla podría decir divertido chapoteo en el barro.

 

Y así termino la que fue quizás la carrera de montaña más divertida y donde más he disfrutado, espero que las próximas ediciones sean tan buenas como ésta y se animen más Zapatones a ello, que éste año nos quedamos a las puertas del tercer puesto por equipos!!!