Crónica cortesía de Juanjo

 

Había ganas señoras y señores, ¡muchísimas ganas! Fue lo primero que sentí al llegar al lugar típico de quedada, la plaza de la paz, y encontrarme con mis compañeros de aventuras, gente alegre, sencilla y sincera, aunque unos auténticos piratas todos ellos. Eran las 9,15 de la mañana, y la temperatura era baja; se movía una ligera brisilla invernal que arrebolaba nuestras mejillas, pero baja esa postura encorvada y esa molesta sensación de frío, la sangre corría por las venas totalmente descontrolada y muy, muy caliente. Los ojillos brillaban con emoción contenida porque por fin, y dejando atrás duros días de entrenamiento, los Zapatones se ponían en marcha de cara a esta nueva temporada 2013.

La cita se había concretado mucho tiempo atrás. Todos coincidimos en que sería una bonita forma de empezar el año visitando nuestra querida y cercana ciudad de Plasencia, para empaparnos de la belleza de su paisaje, la majestuosidad de su casco antiguo y la hospitalidad de su gente. Todos y cada uno de nosotros acudíamos con nuevos y diferentes retos personales, pequeñas piedras que queríamos y tendríamos que sortear para alcanzar nuestros ansiados objetivos.

 

Nuestra salida se demoró porque Andrés volvía a quedarse rezagado entre el calor de las sábanas. Otra vez sus nervios le habían jugado una mala pasada, como tantas otras noches previas a alguna carrera, pasando la mayor parte de la noche en vela para quedarse después profundamente dormido con la llegada del alba. No pasa nada Andrés, ¡una mala costumbre como otra cualquiera!

Nos dividimos en los coches y partimos hacia Plasencia sin más demora. Cometimos un gran fallo al dejar a Beni a la cabeza de la expedición, porque en la entrada a Plasencia, sin previo aviso y con total alevosía, cogió la primera salida dejándonos “un pelín desorientados”, pero bueno, más tarde todos aparecimos en el pabellón sin más contratiempos para recoger nuestros dorsales.

 

Después de unos minutillos calentando y estirando, más bien poco que mucho (como posteriormente pude comprobar en mis propias carnes), nos dirigimos rebosantes de optimismo y alegría hacia el arco de salida, el cual estaba situado en la pista de atletismo dentro del campo de fútbol; una auténtica ratonera para mi gusto, que no soy muy dado a meterme en embotellamientos de esa índole. Además, tras comparar los tiempos, he llegado a la conclusión de que a todos se nos activó el chip a la vez, porque no había ningún dispositivo para hacerlo cuando fuimos pasando por el arco de salida, como sí pudimos ver en el de llegada. Por lo tanto, muchos Zapatones perdimos unos cuantos segundos sin haber empezado a correr siquiera. Tranquilos, la queja será debidamente recogida y enviada a la organización, ¿no os parece?

Para mi asombro, ese día me sentía sin ningún tipo de presión ni nervios, como quedó reflejado en mi salida. Me coloqué mis auriculares para escuchar musiquita y aislarme de lo que me rodeaba, y cómo no, me metí en la boca uno de mis queridos pistachos, el cual sería mi compañero de fatiga a lo largo del recorrido. Mucho había especulado con aliarme con algún que otro Zapatón para superar la prueba y no afrontarla solo, como acostumbro a hacer; pero después de meditarlo un tiempo opté por no poner a nadie en el compromiso y forzar a algún compañero y a mí mismo a ir a un ritmo que no era el adecuado. Si en realidad estaba o no en condiciones para afrontar la prueba, lo vería muy pronto, pero yo solito; era mi deber y mi reto. ¿Habría superado totalmente mis problemas de ciática? Estaría recuperado y a la altura de las circunstancias? Lo sabría con el paso del tiempo y los kilómetros.

 

Tras una salida tranquila y con mucho atasco, fui remontando posiciones progresivamente, a un ritmo creciente, pero sin llegar a ser muy exigente. Primero me crucé con Frasco y luego, un poco más adelante, con Francis, para continuar buscando el ritmo que me permitiera correr con suficientes garantías para llegar a meta, pero sin perder demasiado tiempo con el paso de los kilómetros. Ese ritmo lo encontré pasados los primeros tramos de subida, para recuperarme sin problemas en las bajadas situadas antes de la entrada al paseo fluvial.

¡Qué maravilla!, ¡qué paisaje!, ¡qué paz y tranquilidad!. Esos kilómetros al lado del río, totalmente llanitos, fueron los mejores. El único inconveniente lo tuve cuando sentí un pinchazo en mi bíceps femoral izquierdo. No podía ser, no quería terminar allí mi aventura, asique apreté los dientes y bajé mi ritmo hasta que fueron remitiendo las molestias. Dos o tres kilómetros más adelante continué progresando, cogiendo pequeños grupos de corredores, hasta que por fin divisé uno de ellos que me era conocido. Se trataba de tres atletas populares de Plasencia, con los cuales había coincidido en otras medias, y sabía que su ritmo era de entre 4 y 4,10. No me lo pensé mucho y me enrolé con ellos. Lo cierto es que se comportaron como verdaderos anfitriones al guiarme por el fabuloso casco antiguo de Plasencia y conducirme a buen ritmo hasta la subida de la muralla, donde decidí aumentar mi ritmo para afrontar en soledad la última parte del recorrido. Sin duda era el peor tramo de toda la media. Una cuesta prolongada y dura en su parte final, sobre todo la zona del parque de los pinos, donde el desnivel se hacía patente a cada paso. Superado ese repecho ya solo quedaba relajarse y dirigirse a la meta para recibir el calor del público que allí se había congregado.

 

Crucé la meta con gran alegría y satisfacción; era un buen tiempo el que había conseguido. Ya solo me faltaba esperar a los atletas populares de Plasencia para agradecerles su apoyo, y cómo no, situarme al pie de la pista de atletismo para recibir a los demás Zapatones como se merecían, con vítores y aplausos. Entraron todos exhaustos, pero con cara de satisfacción. Todos y cada uno de ellos habían superado sus objetivos para esa carrera, por lo que el cansancio y la fatiga dejaron paso a la alegría y el buen rollo.

Una vez duchados los unos, y cambiados los otros, nos reencontramos todos en La Tapería, para reponer líquidos y energías, comentar las jugadas y brindar por los éxitos cosechados. Buena forma de poner punto y seguido a otra intensa jornada de los Zapatones Running.

 

 

Crónica cortesía de Andrés

 

Plasencia es una media maratón diferente. Lo es porque el grupo de Zapatones desplazado empieza a superar los números de otras veces, con muchas caras nuevas, y porque esta carrera es novata en un calendario ya demasiado cargado de medias maratones. Pero había que ir, desde el principio lo tenía claro…. Si vamos a Almendralejo, Jarandilla, Badajoz, … y Madrid… por qué no vamos a ir aquí al lado?

 

Pero esta vez nuestro presi no va; se fastidió la tarde anterior en el partido de baloncesto. Eso es peor que lo mío de Mérida aquel año: una lesión a unas horas de la media, después de estarte preparando, debe ser muy duro.

Así que en ausencia de Ángel, soy yo el que asume la responsabilidad de… llegar tarde… demasiado tarde. Alguno ya me estará sacando cantares, porque últimamente la puntualidad en entrenamientos y carreras no va conmigo.

En cualquier caso, nos repartimos en los coches, nos vamos a Plasencia… y aunque parezca mentira, una confusión mía nos despista en el trayecto, pero llegamos con tiempo a una Ciudad Deportiva ya plagada de corredores.

 

Después de recoger los dorsales decidimos, algunos, cambiarnos allí. Para ello coincido con un Técnico de la Junta que conozco, y charlamos… esta vez de carreras, intercambiando algún comentario profesional… También saludo a alguno que estuvo de guardia de prácticas en Coria, y que sólo he vuelto a ver en ocasiones como ésta. Y aunque ya estoy prácticamente cambiado, los últimos “retoques” se dan en el coche, a pesar del frío y aire existente.

Pero en este viaje era imprescindible sacarse una foto… la del periódico decía yo. Y nuestro amplio grupo, en formación, posamos a pocos minutos de la carrera. Tachy me pregunta si es cierto que me pongo nervioso en las carreras… supongo que alguien le ha contado sobre aquella fase en que me costaba dormir, …o aquella en la que se subía la tensión al estómago. Al final es todo el poder de la mente, y eso parece que lo tengo controlado, durmiendo como cualquier día.

Un ligero trote por la pista de atletismos de ¿tartám? para calentar… tampoco demasiado. Antes de la salida saludo a jugadores de Baloncesto Chinato que se han animado a esto de las medias… y mientras nos preparamos para la última foto, veo que los primeros corredores empiezan la media maratón, aunque poco después suena el disparo de salida, mientras Juanma a duras penas logra sacarnos una foto en movimiento.

 

Salida muy amplia, y eso permite que te adelanten muchos corredores. Quizás estábamos demasiado adelante en la salida. Frasco tira para adelante, Juanjo por el lado izquierdo también… a Tachy no le recuerdo, pero sí a Javi que antes de salir de la pista del estadio ya me ha superado. El resto creo que lo hacemos en grupo, pero no mucho tiempo. Pronto Diego y yo seguimos juntos, y es que teníamos objetivos parecidos para esta carrera y los últimos entrenamientos hemos tenido ritmos muy similares.

 

Salimos de la Ciudad Deportiva, y tomamos las calles próximas a la entrada de Plasencia. Al poco tiempo, Diego me dice que vamos muy deprisa, 5 y muy poco le marca su reloj. Yo le digo que no podemos ir tan deprisa, o al menos yo no tengo esa sensación. Dice que aflojará un poco… yo dudo qué hacer, pero la sensación no es de estar esforzándome mucho, así que intento mantenerme. Juanma me alcanza, y me pregunta por Casilllas. Le digo que va allí delante (la altura tiene esa ventaja) y le identifico la camiseta. Marcha.

Vale, ya estoy solo… unos zapatones por delante, y otros por detrás, el más próximo Diego. Tras pasar por delante de la Comisaría de Policía y volver hacia la carretera de Salamanca, tomamos la calle muy inclinada que nos lleva hacia “la ronda del hospital”…

Por detrás vienen 3 corredores de Cáceres. Uno va diciendo a otro de ellos: “Tú tranquilo, respira, y controla… de éstos, el 90% van para atrás,… o a casa”… Yo miro y cuento 10… No tengo pinta de ser el que se va a quedar… vuelvo a contar, y otra vez encuentro alguno infinitamente mejor… para atrás o para casa es mi destino. Efectivamente, ellos me adelantan. También me adelantan un par de jugadores de Baloncesto La Data, les saludo y me dicen que ayer no fueron a jugar. Y yo con 41 tacos, jugando y corriendo… soy un imprudente.

La cuesta es importante, pero lo hago más o menos bien. No tiene ningún mérito, por ahí está el kilómetro 3. Al final de la cuesta miro para atrás y veo a Diego a unos 50 m, creo que me podrá alcanzar. La bajada es muy pronunciada, una pendiente muy interesante que hace que vaya alargando la zancada. A esa altura tengo al presidente de Lanchacabrera (Jaraíz) por delante, y a otros corredores que conozco de vista de otros eventos, van charlando animosamente; yo les sigo.

El recorrido nos lleva por barrios nuevos de Plasencia, incluso alguno que yo no conozco. Voy muy pendiente de los pastores alemanes que la gente está paseando… recuerdos de Trufa. A la carrera se asoman desde una casa un par de chicos y una chica. Vaso en mano, aspecto de no haber terminado la noche aún, y la chica va toda vestida con las galas, con un traje de tigresa o leopardo. “Viva el vino… y las mujeres” le saluda el presidente. Quien me ha visto y quien me ve…

Poco después la carrera se desvía por un camino de tierra en dirección al río. Ahí es donde me decido a adelantar al de Jaraíz, “Esto tiene mejor suelo que en La Pencona, no nos doblamos el tobillo”, le digo, recordando el tramo que hicimos juntos en Aldeanueva sobre piedras y piedras, en la que él se dobló un par de veces el tobillo.

El recorrido nos lleva hacia un paseo “fluvial” muy bien arreglado… rápidamente cambiamos de orilla a través de un curioso puente. Este giro me permite mirar hacia atrás y veo a Diego a unos 100 m. Si aprieta me podrá alcanzar, pero yo no voy a aflojar para que lo haga… la vela que va delante es la que alumbra.

Me encuentro bien… es un recorrido llano, al lado del río, con buen firme… y muy bonito.

Pronto me vuelve a alcanzar el presidente de Jaraíz, va con otro corredor de Cáceres. Les he ido escuchando la conversación desde hace un rato. “Cuidado con el árbol”, me dice preocupado por la posibilidad de impactar con mi cabeza en un árbol más bajo.  Al final me alcanzan, y formamos un buen trío… pero ellos van de buen rollo… hablan de que fueron monaguillos, y cuando les digo que yo también lo fui… la risa es generalizada.

En ese tramo me doy cuenta de que los kilómetros están marcados en el suelo, y es que prácticamente no he visto ninguno… y así no tengo referencias de tiempo ni de ritmo. A veces tengo la sensación de ir muy deprisa, voy muy perdido en ese sentido.

 

A la izquierda se divisa la carretera, primero la del Valle y luego la Circunvalación. Pasamos entre viveros Becedas y el río… este recorrido paralelo al río es toda una novedad para mí.

El de Cáceres nos abandona… y seguimos el de Jaraíz y yo… Cuando veo el km 10, me meto la golosina que me dio Juanma… algo hará… En el avituallamiento el presidente afloja por algún motivo, yo sigo a pesar de que beber y correr no me sienta muy bien… cojo la botella, se me cae al suelo, pero me dan otra y continúo unos metros con ella.

Vuelvo a estar solo. Al fondo se ven corredores, pero bastante lejos para servir de referencia. Intentaré que no me pille el presidente entonces…

 

El recorrido, tras pasar por una especie de parque, pasa por debajo del puente de Trujillo, , y vamos hacia la Chimenea, el bar en el que nos tomamos las cervezas cuando jugamos en Plasencia con equipos que nos llevamos bien… cruzamos el puente de San Lázaro con mucha sensación de aire en ese tramo… es un recorrido cómodo, con buen firme y terrenos desconocidos para mí: me está gustando… Volvemos a tomar el otro margen del río pero aguas arriba… pasamos por el aparcamiento del puente de Trujillo, pero sin gorrillas… y corremos ese paseo arreglado a la orilla del río… En ese tramo ni adelanto, ni me adelantan, ni tengo referencias de kilómetros… sólo sensaciones de piernas.

Cruzamos por La Isla, o lo que yo creo que es… ambiente de parque, de día de domingo, gente en bancos, jugando en la hierba… y en ese ambiente tan relajado veo que el presidente me está alcanzado… y pasamos al lado de un campo de fútbol donde están jugando, y la gente va alternando miradas a uno y otro lado. Tras doblar ese campo, entramos en la Avenida del Valle, y ahí alcanzo a un grupo de 4 ó 5 corredores. Sorprendentemente alcanzo a aquellos corredores de Cáceres que decían que el 90% iban “para atrás o a casa”. Hemos formado un grupo de 8 ó 9 corredores mientras en el otro carril los coches están totalmente parados, alguno desesperado ha salido hasta de éste: es lo malo que tienen estos eventos…. En cabeza el presidente de Lanchacabrera, Jaraíz, muy fuerte en la subida… yo me encuentro con fuerzas, pero no voy a ser el que tire del grupo… somos un racimo que va a ir perdiendo uvas… y las primeras en caer son los 3 de Cáceres… “el 10%” les acaba de adelantar. El presi, 2 de Plasencia y Servidor. Cruzamos “El Guardia”, parece que vamos a la plaza pero tomamos la calle en la que estaba antes la UPA y que nos lleva a la Catedral, en la que tomamos la calle de la plaza de Abastos y entramos por la parte baja de la Plaza. Allí hay un ambientazo; pasas entre 2 pasillos de animadores, los que animan a los que suben, y en el lado contrario los que animan a los que bajan, que por supuesto van más adelantados.

 

Empiezo a subir con los 2 de Plasencia… Tomamos la calle del Sol hasta el Caballo, otros días apestada de gente, y allí tomamos la Avenida hacia arriba. Advierto a mis compañeros… “cuidado que esta cuesta se puede hacer muy larga”… uno me lo agradece, yo voy en cabeza pero no llegamos hasta el final, tomamos la derecha pasado el Luis de Toro… y proseguimos bordeando la Universidad con ellos en primer lugar pues parece que van mejor que yo en llano. Allí me saluda el pivot de Ciudad del Xerte. A continuación me meto el gel que me dió Jose Fisio, hoy también lamentablemente ausente. Y acabamos saliendo al parque, que yo interpreto que es el de la Coronación, que lo bordeamos, y pasamos por la puerta del parque de los Pinos, hasta el Acueducto, donde se ven los corredores que van terminando de subir la Ronda del Salvador. De mis 2 compañeros, claramente uno va sobrado, nos va marcando las pautas,… “relajar”, “tranquilo”, “poco a poco”… el otro es un señor bastante mayor, … tanto que un aficionado que le conocerá dice “Ese ya está jubilado”… y el jubilado se me está escapando. El presidente ya me ha tomado muchos metros, es inalcanzable, y los 2 de Plasencia también me lo están tomando.

A la altura de la Seguridad Social, el que va mejor me mira y me anima, parece preocuparse; les digo que tiren, que yo voy bien… pero no voy a reventar… bajamos por la Calle del Rey, tomando el pasillo que forma la gente en la plaza, pero ahora en sentido descendente, viendo ya que suben pocos.

A esa altura alcanzo a 2 corredores de Vegas Altas… los adelanto sin problema… alargando la zancada, pero me voy aproximando a la calle que podría hacerse muy larga: Ronda del Salvador. Tras la parte llana, vamos ascendiendo, pasando esas rotondas que tan bien conozco, y pasando por la puerta de Coria… al lado de las murallas. Me doy cuenta de que Plasencia es más bonita de lo que yo tenía en mente. A veces el conocer la ciudad, y el no tener tiempo a verla despacio, puede hacer que no le des importancia a lo bien que está Plasencia.

No tardan muchos los de Vegas Altas en adelantarme, a la vez que a los de Plasencia y el de Jaraíz les veo cada vez más lejos… diviso a lo lejos un corredor que lo está pasando mal, se para… será mi objetivo. Los demás se han ido distanciando demasiado.

Le alcanzo al final de la Ronda, casi al lado del acueducto… veo que es de Torrejoncillo, se echa mano a la pantorrilla… va lesionado… le animo… me pregunta que cuanto queda… y es que hoy andamos todos despistaos ante la falta de marcaje de kilómetros.

A la altura del Acueducto no están superadas todas las cuestas, pues volvemos a subir hasta la carretera de Salamanca, y por ella dirección Plaza de Toros. Adelanto algún otro corredor, pero veo que hay otro que me está alcanzando… le pregunto que si queda mucho, confiado en que sea de Plasencia. “Menos de 1 km, ya vamos directos”.. Me animo, intento apretar algo y me distancio de él… si es 1 km, son 5 minutos y poco de sufrimiento… puede hacerse… Error, al rato paso por el kilómetro 20… quedaba algo más.

Espero que por lo menos no se haya equivocado y vayamos directos. Antes de la Ciudad Deportiva, tornamos a la derecha y me entra el temor de que tengamos que subir otra vez la cuesta hasta la Ronda del Hospital, y que el 20 fuera de otra historia… Pero cuando veo a uno de los corredores de Plasencia que se escaparon que viene en sentido contrario, le saludo sonriendo; no sé si porque es la seguridad de que no tenemos que subir mucho más o para agradecerle los ánimos.

 

Efectivamente a los 150 m giramos hacia abajo y ya sí que vamos directos a la Ciudad Deportiva. Veo que el presidente de Lanchacabrera está cayendo y le voy a dar alcance.

A la entrada me quedo mirando a uno, parece Antonio, el entrenador de Ciudad del Xerte, pero es el propio Antonio, que está al lado, el que me dice que ese es su “hermano gemelo”… A la entrada de la pista saludo a Tachy que ya ha llegado y cuando entro en la pista adelanto fácilmente al de Jaraíz, animándole a la vez, y mientras 4 Zapatones me animan sentados en la pista… ya sólo queda dar la vuelta a la pista de atletismo.

Veo un grupo de 3 corredores… y acelero para adelantarlos… uno de ellos me mira cuando escucha mi respiración, los supero a la vez que otro corredor me supera a mí… Me planteo esprintarle, pero no hay batalla suficiente para ello.

Entro a la vez que se acaba el agua y tengo que esperar a que repongan. 1h54m.