Crónica cortesía de Diego

 

CRÓNICA DE UNA MARCA YA ANUNCIADA


Me costó conciliar el sueño pero lo conseguí. Las noches previas a las carreras no suelo ponerme nervioso, la verdad, soy hombre de nervios templados en general, pero estaba convencido, que esta de Mérida iba ser especial. Era mi cuarta media maratón y aún no había conseguido bajar de las dos horas. Esta especie de tensión se hacía latente no solo en mí, sino también en la gente del club que bien sabidos conocían mis objetivos.

Desde bien temprano embarcados en esta tarea nos pusimos rumbo a Emérita Augusta. Buena razón tenía aquel que dijo, que quien madruga dios le ayuda, pues no sé si fue una cuestión de dios, pero el caso es, que aparcamos en la mismísima puerta del meollo. En general hasta la salida, un poco lo de siempre, recogida de dorsales nos ponemos guapas, algunas fotos y rulando pal meollo de la cuestión. No soy de calentar mucho antes de las carreras, pero aún quedan diez minutos para el pistoletazo y empiezo a notar algo de rasca ¡bien! esto me favorece, me gusta correr fresquito y si llueve un poco, mejor. Andando en estas cuestiones, decido trotar un poco, mezclarme, el colorido es mágico, unos trotan, otros estiran, unos en grupos y también los solitarios, que ahora, lo parecen menos.

Ya no queda nada, busco al presi y al señor Beni, la idea es hacerla juntos .No me había dado cuenta y ya nos estamos moviendo, mil ochenta personas en la misma dirección pero con diferentes objetivos, he perdido de vista al resto de la gente del club, como dije antes el presi, Beni y un servidor empezamos a abrirnos hueco, intentando localizar las primera sensaciones. La idea es un trote “a cinco cuarenta”, es un poco justo pero como tope máximo no está mal. Ya hemos cruzado dos veces el Guadiana, me percato del cartel de dos kilómetros, es un poco pronto para valorar pero las sensaciones van por buen camino, hago un chequeo rápido, piernas, respiración, etc. ¡genial, seguimos corriendo! el presi y Beni son ya veteranos en esta prueba y me van un poco anticipando la jugada, seguimos enfilados por la carretera de Madrid hasta el quilómetro seis, hacemos un brusco cambio de sentido para desviarnos hacia unas ruinas. La entrada está flanqueada por dos soldados romanos que le levantan sus lanzas y escudos dándonos la bienvenida, es un verdadero espectáculo, estamos dentro del circo romano, pisando la hierba de un escenario donde hace miles de años, miles de personas vitoreaban en las carreras de cuadrigas y sabe dios que más eventos…pero ahora soy yo, uno de Caura, corriendo y me imagino a toda esa gente jadeando… ¡zapas, zapas!, pero el sueño dura poco, la voz de Beni me devuelve a la realidad. -¿gominolas? ¿alguien quiere gominolas?.


Es momento de seguir bebiendo, ya nos hemos cavado entre avenidas, acueductos romanos y glorietas catorce kilómetros, y el cansancio ya empieza a dar señales, el presi me comenta que le suenan las tripas, “que es hora de merendar” Joserra ha repartido geles energéticos a diestro y siniestro, yo decido aguantar por lo menos hasta el dieciséis, de momento mi índice de glucógeno es aceptable. Beni sigue tirando de sus gominolas. Cuando me quiero dar cuenta, ya estamos en famosa subida del kilómetro dieciocho, ahora estamos callados, concentrados “después de esto la tenemos, vamos de puta madre” me dice el presi. El final de la cuesta nos deja exhaustos, Beni decide recuperar un poco y se queda atrás, por un momento titubeo y hago amago de esperarlo pero a estas alturas, esto ya es mi carrera y me veo con fuerzas para disfrutar los kilómetros que me quedan, estamos llegando….hemos pasado por una zona empedrada que nos adentra en el anfiteatro pero ya no quiero soñar…ahora hay que darlo todo solo quedan mil metros el presi me pregunta, le digo que bien y se despide, lo veo alejarse por la calle empinada entre turistas y el “Templo de Diana”, solo una pequeña subida y empiezo a escuchar la megafonía de meta, de pronto al girar la calle diviso los arcos de meta y empiezo a apretar, me quedan fuerzas, ¡por fin!… paro mi reloj y veo al presi recuperando entre la muchedumbre y nos saludamos.
Mucho mejor, ya he estirado. Beni llega un minuto más tarde, todo el mundo ha cumplido con sus objetivos los zapas estamos contentos, vuelvo a escuchar a Beni…¡gominolas!…¿alguien quiere gominolas?.

 

 

Crónica de Ángel

Debería de haber sido mi segunda media del año, pero fue la primera debido al esguince que me hice el día antes de la media de Plasencia, el día 2 de febrero. Hasta el 18 no volví a calzarme las zapatillas para trotar un poco, y con unas dos semanas de entrenos suaves me presenté en Mérida.

Como de costumbre quedamos en la Plaza de la Paz los nueve zapatones que salíamos desde Coria, ya que Antonio iba desde Cáceres. Entro los nueve que salimos de aquí se encontraba Sergio, el último figura que se une al club, que a la postre nos dio "pal pelo" en un visto y no visto. Montamos en el coche Juanma, Casillas y el menda y ponemos rumbo a Mérida. Llegamos bien de tiempo, aparcamos cerca, recogemos dorsales y acompañamos a los cafeteros que van a por su ración al bar. Poco después regresamos al pabellón y nos vamos a cambiar a los vestuarios, allí entre bromas y risas cada uno va con su ritual pre-carrera, calzona, camiseta, dorsal, chip... Entonces Joserra ofrece unos geles para la carrera, y la verdad no le digo que no ya que no encontré el día anterior el que tenía en casa. Recogemos todo (o casi todo, ¿verdad Casillas?) y nos vamos a la salida, dejamos la ropa en el ropero, no sin hacer su correspondiente cola para ello (punto a mejorar para la organización), y nos quedaron poco más de cinco minutos para calentar y la foto de rigor.

Comienza la carrera, y yo voy con mi idea fija, hacer la carrera con Diego y Beni (si no se nos queda por el camino como hace siempre!!). El hecho de haber estado dos semanas parado se nota, y el haber entrenado poco a poco las dos semanas antes también, asique decido ir con Diego y ayudarle con su objetivo y así me sirve como entrenamiento largo. Los primeros kilómetros son muy animados, tanto por parte del público como de los otros corredores, pero a medida que avanzamos se van escuchando más jadeos y pisadas que voces. Llevamos un ritmo constante y agradable, creo que si lo mantenemos podremos llegar bien a meta sin sufrir mucho. Pasamos el km 5 y vemos a los corredores que van por el otro lado entrando ya al circo, vemos a Casillas y Sergio, seguidos de Frasco, Joserra y Juanma, y más atrás Andrés. Antonio debe estar mojándole la oreja a Paixao... A la altura del km 7 una chica que va delante de nosotros tropieza y cae, teniendo que esquivarla, nos damos la vuelta pero se reincorpora enseguida y continúa su marcha.

De camino al acueducto de los milagros le digo a Diego y Beni que vamos bien, que a ese ritmo estamos en 1h56, objetivo más que superado para Diego, asique decidimos mantener y no apretar. Una vez que pasamos el acueducto y nos acercamos al km 10, pasamos por el punto de control y el avituallamiento y encaramos la segunda parte de la carrera. Antes de llegar al km 15 me tomo el gel que Joserra me dio, la verdad que me vino bien, el desayuno y el posterior plátano ya habían pasado a mejor vida. Ya encaramos el puente romano de camino al tramo final, y es aquí donde aconsejo al Beni “gominola” y a Diego que no apretemos, que queda la subida del km 18 y se nos hará larga. Y allí llegamos, giramos a la izquierda y empezamos la rampa, con un tramo inicial fuerte que suaviza unos metros más adelante casi hasta llanear, pero de repente se pone dura (la rampa) y bajamos el culo para subirla lo mejor posible. Al llegar arriba y encarar la bajada, Beni dice que tiene que tiene que andar unos segundos para recuperar, y Diego y yo continuamos hacia meta aumentando el ritmo poco a poco, aunque al llegar al anfiteatro tenemos que bajar el ritmo inevitablemente por el peligro que tenía la rampa de entrada.

Ya estamos a poco más de un kilómetro de meta, se escucha la megafonía mientras pasamos por delante del Templo de Diana, y es un poco más adelante cuando le digo a Diego que voy a apretar un poco hasta la meta, me encuentro bien y ya puestos haré los últimos metros a tope. Giro en dirección a la meta y antes de llegar a ella me encuentro a un Zapatón de paisano animando antes de entrar a meta, Tachy!!! Cierto es que estuvo con nosotros antes, durante y después de la salida animándonos, lástima que estuviera lesionado.

 

Cruzo la meta y espero a que llegue Diego, le veo venir hacia mí, aún no se hadado cuenta de que ha bajado de las dos horas, y de qué manera… mira el reloj y levanta los brazos de alegría, no es para menos. Un minuto después llega el gominola (no confundir con el golosina). Una carrera en la que todos los Zapatones cumplieron sus objetivos, una carrera más y una experiencia más.

 

En lo personal quizás podría haber hecho mejor tiempo, pero la compañía de Diego y Beni y el hecho de haber estado lesionado previamente, me hizo llegar a meta muy satisfecho y afrontar la próxima media (Madrid) como el objetivo de la temporada, habiendo disfrutado de ésta en compañía, cosa que no hacía desde hacía mucho tiempo.