Crónica cortesía de "El hijo del viento", Joserra

 

No sé en qué momento decidí correr una maratón. En septiembre de de 2010 dejé atrás los malos humos y era el momento de retomar el deporte. Comencé a correr como la mayoría. Primero un ratito, luego un rato un poco más largo, y cuando me quise dar cuenta, ya estaba planificando mi primera Media.

 

Mi debut en la competición fue en Coria, en la IV Edición de la Media Maratón, año 2011. Terminé la carrera penúltimo con un tiempo de 2h13', andando los últimos kilómetros y realmente cansado. Conclusión: me he quedado corto de preparación y esto no es una broma. No se puede afrontar una carrera así habiendo hecho dos veces 16 kilómetros de máxima distancia.

 

Tras esta experiencia seguí entrenando para intentar bajar de 2 horas. Casi un año después estaba preparado. La Media de Madrid me esperaba. Acabé en 1h53', entero y con ganas de seguir mejorando. Coria, Monfragüe y Jarandilla fueron las siguientes. Me sentía animado y con ganas de afrontar un reto mayor. ¿Y por qué no correr una maratón?

 

Me baje un plan de entrenamiento en myasics con el objetivo de intentar terminar en menos de 4 horas. Con el 1h45' que tenía como mejor marca en una Media era posible.

 

Madrid era la ciudad elegida, aunque conocía sobradamente por mi padre, veterano corredor con más de 30 maratones a sus espaldas, que es de las maratones más duras de Europa. De hecho este mismo año se ha batido el récord de la prueba con un tiempo de 2h10'37". Para hacernos una idea, el récord del mundo lo tiene el keniata Patrick Makau desde septiembre de 2011 en Berlín con un tiempo de 2h03'38". Son 7 minutos que a estos niveles son un mundo. Por cierto, como corre esta gente. ¡Increíble!

 

Desde el 1 de diciembre de 2012 hasta el 28 de abril de 2013, día D, he salido 66 veces a rodar, recorriendo 750 kilómetros y empleando un tiempo de 71h15'. El plan era sencillo: tres días por semana incluido el largo el domingo. Los largos fueron 3 de 16km, 3 de 20km, 2 de 24km, 2 de 28km y 1 de 32 km.

 

El entrenamiento lo he intercalado con varias Medias: Navalmoral, Plasencia, Mérida y Cáceres. Ayuda a cambiar la rutina y a entrenar de forma más entretenida, con otros corredores y con público. Además, el buen rollito zapatón de estos domingos de carrera es impagable.

 

La semana más exigente constaba de 45 kilómetros y se encuadraba a un mes de la competición. A simple vista, el plan es asequible para cualquiera de nosotros. Y realmente sí lo es con motivación y siendo constante.

 

El plan lo he cumplido a rajatabla. Me lo he currado. Los entrenamientos más duros eran los largos del domingo, que por suerte siempre he hecho con compañía. Agradecer sobre todo a los hermanos Valiente y a Frasco su apoyo, así como al resto de Zapatones.

 

Recomiendo un video (Consejos VIP de maratón) que me aconsejó mi buen amigo José el día me dio una pájara tremenda, Javi Valiente fue testigo, en el segundo largo de 28 km. Estaba vacío y pensaba que era un aviso de que me estaba pasando de vueltas. Surgieron las dudas. Desde ese momento José pasó de ser mi fisio (me dio 3 meneillos para descargar las patas a lo largo del entrenamiento que me vinieron fenomenal para aguantar sin lesiones) a además ser mi psicólogo deportivo. En internet hay miles de cosas. Yo sinceramente no he visto nada excepto este video que fue muy motivador y me hizo despejar las dudas surgidas tras este contratiempo. Te da varios consejos muy útiles entre ellos el que a mí me dio la solución a mi problema, que es que hay que desayunar fuerte si tienes que correr largas distancias. Tampoco hay que ir a Harvard para saber eso, pero yo nunca lo hacía y aprendí la lección. ¡Pardillo!

 

La semana de antes me dolía todo, molestias y más molestias, unido a una alergia importante. Si no era el gemelo derecho, era el cuádriceps izquierdo. La alergia con antihistamínicos remitió y las molestias eran más psicológicas que otra cosa. En el denominado periodo de enfriamiento, cuando ya has dejado de hacer las grandes distancias y estás "descansando "para el gran día, parecen ser normales este tipo de molestias.

 

La nutrición también la cuidé durante esa semana. Lunes, martes y miércoles proteínas (carne, pescado, etc.), el jueves mezcla de proteínas e hidratos y el viernes sólo hidratos (arroz, pasta, pan).

 

La noche de antes preparé la mochila y la ropa con el esmero y la ilusión de un chiquillo que va a jugar su primer partido. Junto con mi padre diseñamos la estrategia de beber y comer. Los geles tocaban en el kilómetro 16 y 24. Una barrita de carbohidratos con sodio y potasio (un plátano también hubiera valido) en el 28 y un Red Bull en el 32.

 

Otro tema que me gustaría destacar es el peso. Diego ha leído por ahí que un kilo de peso son 6 segundos. Cada kilo es una mochila que hay que llevar. Empecé con 85 kilos y cierto es que con los largos se va perdiendo, pero al seguir comiendo de todo no se baja lo que se debería. Así que un mes antes fuera alcohol, guarrerías varias y picar entre horas. Tampoco volviéndome loco, comiendo con criterio. La báscula el día de la competición marcó 81 kilos. Aún me sobró un kilillo, pero lo doy por bueno.

 

Por fin llegó el día de la carrera, la cual daba comienzo a las 9. Me levanté a las 6 para desayunar. El madelman no tardó apenas unos minutos en pedir evacuación inmediata. Me unté bien de vaselina en los pies para evitar rozaduras (acierto total) y me enfundé la equipación Zapatona. La temperatura a las 9 marcaba 4ºC, y aún así me decidí por camiseta y pantalón sin más, que luego sobra todo (otro acierto).

 

Aparcamos el coche cerca de Retiro y fuimos andando hasta la salida, situada en la Plaza de Colón. Gente por todos lados. Media horita antes de la salida más vaselina en las zonas conflictivas, potingue de ese que quema para el gemelo con molestias, pulsómetro preparado, micción colectiva y estiramientos clásicos. Calentar corriendo ya sabéis que no va conmigo.

 

De la carrera en si no me voy a detener mucho en los detalles. Lo importante a mi juicio ya estaba hecho. Si un estudiante se come los libros sacará con toda probabilidad una buena nota. Yo había entrenado, había seguido un plan y estaba confiado en mis posibilidades. ¡Qué equivocado estaba!

 

Analizando la carrera, he cometido dos errores de principiante. En la salida empecé demasiado atrás y no cogí ritmo de carrera hasta el kilómetro 6. Esto no es bueno porque vas cambiando la pisada, los ritmos, y luego pasa factura. Había inscritas 26.000 personas en tres pruebas diferentes: 10kms, 1/2 Maratón y Maratón. Todos salimos a la vez (fallo organizativo, solo importa el business) con el consiguiente barullo en la salida, y como podéis imaginar al final no salen los keniatas, salen todos los gilipollas que les importa una mierda el deporte y lo único que quieren es hacer el capullo. En realidad son cuatro mamones, porque la gente en general va a lo que va, pero joder lo que molestan y se notan.

 

El otro error fue no tener la carga necesaria de kilómetros. Lo que mi padre denominaría el poso. 45 kilómetros semanales no son suficientes para afrontar con garantías una carrera de esta exigencia. Hay que irse por lo menos a 60-70 kilómetros semanales para acabar en buenas condiciones. Pasemos al meollo de la carrera. Como dicen los entendidos, la maratón empieza en el Kilómetro 35. Yo no tuve el famoso muro en un momento puntual. De hecho la Media Maratón la hice cómodo, pasando en 1h56'. A partir del 24, en la Casa de Campo, empecé a notar las piernas muy cargadas ( el asfalto no es lo mismo que el camino del Rincón), y en el 32 pensaba que la sobrecarga de bíceps femoral de la pierna derecha me iba a hacer abandonar. Con más poso esto no me hubiera pasado. Nunca olvidaré el masaje que me dio el amigo de mi padre, compañero de fatigas en los últimos kilómetros, en los aledaños del Templo del fútbol, el Estadio Vicente Calderón. Ser un "pupas" me ayudó a saber sufrir y a terminar dignamente. Desde el 35 pica para arriba ligeramente, pero con la fatiga acumulada parece la Cuesta de los Juzgados. Aconsejado por mi socio, comencé más a marchar que a correr para no cargar la zona afectada, y los minutos empezaron a caer como una losa. La media era de 7'/km. "No pasa nada, Joserra. Lo importante es terminar". El último kilómetro del Retiro lo hice a 5'/km. Ya no había dolores, ni sufrimiento. Sólo una alegría inmensa por haber conseguido el objetivo.

 

El ambientazo os lo podéis imaginar. Las bandas de rock que tocaban en directo a lo largo del recorrido motivaban bastante. Incluso había que controlar el subidón de adrenalina para no pasarte de revoluciones.

 

Vayamos a la recuperación. Después de la carrera estaba obviamente cansado, pero no en exceso. Un espejismo, el lunes ya me levanté cargadito, y el martes parecía Robocop. Dice Tachy que dura una semana (con 5 maratones en la chepa sabe lo que dice).

 

Espero que mi experiencia os motive para intentarlo. Si yo he podido cualquiera puede. El hecho de no hacer suficientes kilómetros es una enseñanza para el futuro por el hecho de acabar mejor, más entero y sin problemas musculares. El plan seguido es suficiente para terminar sin más pretensiones, como he demostrado, y si se elige un recorrido con un perfil más favorable que Madrid mucho mejor.

 

La clave es planificarse bien en una época en la que puedas disponer de tiempo para entrenar, respetar la distancia y no subestimarla y, sobre todo, creer que es posible. Y si consigues rodearte de tus amigos para que te acompañan en los momentos de mayor carga de kilómetros el objetivo está más que cumplido. ¡Ánimo a tod@s!

 

¡Zapapower!

 

Para más información, podéis consultar mi blog elhijodelviento@blogspot.

 

 

 

El hijo del viento