Crónica cortesía de Ángel

 

 

Corta expedición para lo que suele ser habitual en Zapatones. Quedamos en la Plaza de la Paz Joserra, Jose, Marcos (un amigo de Joserra venido desde Madrid) y yo. La mañana está fresca, con bastante niebla, pero la temperatura es ideal para correr por la montaña y eso lo agradeceríamos posteriormente.

 

Llegamos a Caminomorisco con tiempo, vamos a recoger dorsales y saludamos a algunos conocidos del mundillo running. Vemos que entre los corredores están Vanesa Ortega y Raúl García Castan, vaya galgos. Hemos aparcado el coche cerca, asique nos vamos allí a cambiarnos y prepararnos para la carrera. De camino miramos hacia arriba, hacia la montaña y… “joder”!! ¿Hasta allí hay que subir?, se veía la torre de los bomberos en lo más alto de la montaña, al menos lo que veíamos nosotros. Luego recordé que el segundo avituallamiento se encontraba allí, y eso era en el km 6, y el pico estaba en el 10,5… todavía quedaban 4km de subida desde allí!! Mejor no pensarlo jeje. Ya en el coche nos cambiamos y adecentamos para empezar.

Una vez cambiados, y siguiendo las órdenes del “personal trainer” que llevábamos ese día, nos pusimos a calentar y trotar un poco y finalmente estirar suavemente mientras Joserra, que hacía de “personal trainer” (que por lesión no pudo correr y se quedó con las ganas el pobre) nos daba las últimas instrucciones antes de la salida.

 

Escuchamos por megafonía el llamamiento para el control de dorsales y nos metemos en el “corral de salida”. Allí, antes de la salida se rinde homenaje a Vanesa Ortega, proclamada días antes subcampeona del mundo de kilómetro vertical, entregándole un ramo de flores. Posteriormente nos dan las últimas instrucciones antes de empezar desde la organización del evento y… a correr!!. El primer tramo es la carretera de entrada al pueblo, unos 700m que nos deja al pie del sendero de entrada a la montaña, donde inicialmente se produce un poco de embudo por su estrechez y peligrosidad. Jose y yo vamos juntos mientras Marcos se ha marchado desde la salida hacia adelante. El ritmo en el primer tramo es bueno, constante, aunque cuesta un poco entrar en calor. Vamos adelantando corredores y otros nos adelantan mientras el sendero se va empinando para desembocar en una pista, bastante dura según avanzamos por ella, que nos deja en la base de la “subida” propiamente dicha, o lo que es lo mismo, al pie del cortafuegos. Y sólo de mirarlo da miedo, es como una enorme pared de tierra y piedras por la que hay que subir. Poco antes de llegar aquí me fui unos metros por delante de Jose, que marcaba su ritmo. Y comienza la subida, y claro está, aquello no había manera humana de hacerlo siquiera trotando, asique a echar mano de las habilidades de cada uno cuando se empina el terreno. Poco a poco, con pasitos cortos, la mirada un par de metros por delante y los brazos balanceando un poco para subir con más impulso. El primer tramo era duro, pero pasados unos 400m la inclinación aumentó tanto que había que ir apoyándose en las piernas para subirlo lo mejor posible, incluso alguna vez eché mano al suelo, como si estuviera escalando, de la inclinación que había. Una vez pasado estos tramos nos encontramos con algunos descansos que algunas veces descendían y otras simplemente reducían la inclinación pero te permitían correr de nuevo.

 

Pasamos el primer avituallamiento, un poco de agua seguimos corriendo hasta la nueva subida, que mantiene el cortafuegos, pero ésta vez la inclinación es menor, pero a medida que subimos y pasamos algunos descansillos, vuelve lo duro. Tanta era la dureza, que los que salieron una hora antes con la ruta senderista estaban algunos exhaustos, casi sin aliento, incluso llegué a animar a alguno diciéndole que quedaba poco.

 

Al llegar a la torre de los bomberos cojo un trozo de plátano y un vaso de agua y miro el valle que tenemos a ambos lados, por una parte todo lo que hemos subido, cubierto por la niebla, las Hurdes altas y al otro lado totalmente despejado la Peña de Francia y Sierra de Gredos. Ahora tocaba una leve bajada por pista de casi un kilómetro, que la dejamos para tomar a la izquierda un sendero que nos devuelve a un tramo de subida para enlazar con otro más amplio. Aquí me uno a un chico de Montijo, con el cuál voy hablando mientras nos acercamos al punto más alto de la carrera, al Arrobuey (1403m). En ésta zona el aire pega fuerte y se nota bastante frio, sobre todo cuando el sol lo tapa alguna nube despistada. El tercer avituallamiento está en lo más alto y justo antes de empezar el descenso, que me pareció bastante peligroso, aunque bueno, para mí las bajadas no son mi fuerte especialmente (si es que tengo alguno). La bajada en principio tenía bastante piedra suelta, pero al poco de empezar a descender nos encontramos con un pendiente durísima, tanto que hubo momentos en los que iba con una por detrás tocando el suelo para no caer. Posteriormente tomamos una pista de enlace que nos lleva hasta una pequeña subida que nos deja en el tercer y último avituallamiento. Me tomo el gel, más que nada por “si acaso” viene una pájara o las fuerzas me fallan.

 

De aquí al final es prácticamente todo cuesta abajo por senderos y por algún tramo de sendero y por la “Vereda Hurdana”. Parece que poco a poco voy cogiendo ritmo en la bajada y me voy lanzando, olvidando los temores a caídas o posibles esguinces, y empiezo a cazar a algunos corredores, marcándome como objetivo los que iba viendo al fondo. Finalmente pillo a un grupo de tres corredores antes de llegar a Caminomorisco, y aprieto el paso a la entrada del pueblo, una entrada muy bonita pasando por pasadizos y pequeños túneles entre casas, para desembocar en la carretera del pueblo y hacer unos 20m antes de entrar en la calle que nos lleva a la plaza donde se encuentra la meta.

 

Al final una carrera dura, divertida y bonita que si todo va bien el año que viene volveré a correr.

 

He de destacar el apoyo del pueblo con la carrera, los voluntarios y alumnos del IES Gregorio Marañón, que se volcaron con la prueba y sus organizadores. Así también la ambientación antes y después de la carrera, con tamborilero y con las mujeres vestidas con el traje típico. La hospitalidad de los vecinos y su predisposición para ayudarte y contarte anécdotas de la zona y la comarca. Y sobre todo, para aquellos corredores que solemos correr por montaña, hay que ser responsables con lo que hacemos en el monte, cuidarlo y respetarlo, si te tomas un gel, hazlo en los avituallamientos y tíralo allí en la basura, o si no guárdatelo, pero nunca lo tires al suelo.