Crónica cortesía de Ángel

 

En ésta ocasión baje un peldaño, pase de la media al cross, y todo ello porque unas semanas antes de la carrera noté unas molestias en la rodilla y decidí parar. Eso me llevó a desistir de hacer la subida a los campanarios en Casas del Castañar, el fin de semana antes de los Artesanos. Y por ello fue el motivo de ese “descenso” de kilometraje.

 

Salimos temprano hacia Torrejoncillo, donde nos encontramos con el caos de los horarios de los autobuses, que salen tarde como el año pasado y hace que en Portezuelo vayamos un poco pillados para cambiarnos y calentar. A las 9 salió el maratón, donde éste año no tuvimos representación, y diez minutos después salió la media, donde iba el grueso del club. Y a las 9:20 se dio la salida al cross. Salí un poco relajado, pero una vez que abandonamos el pueblo apreté para poder subir lo más adelante posible al castillo y evitar tapones. Por delante de mi iba Roberto a pocos metros, al que pillé a la salida del castillo, junto con una chica más. Comenzamos la zona técnica por la cresta de la sierra el trio anteriormente mencionado, y no tardamos mucho en darnos cuenta de lo peligroso del terreno debido a las lluvias del día anterior. Las piedras eran como una pista de patinaje, había que ir con cuidado y mirar por donde pisábamos. En el primer tramo de “escalada” por piedras tuvimos el primer susto y Roberto “cató” levemente las piedras y el suelo, pero nada más allá del susto. Continuamos en fila de a uno, Roberto en cabeza, la chica (que posteriormente sabría que se llama Rosa) en medio y yo cerrando el trio. En el segundo tramo de rocas fue donde Roberto dio el susto, desapareció, literalmente delante de la chica y entre las rocas, nos paramos y le preguntamos a Roberto si estaba bien, “todo bien, chapa y pintura”. En torno al kilómetro 3 cogemos a Ana, que había salido diez minutos antes con los de la media, va despacio para no tener sobresaltos por el terreno. Terminamos la zona técnica y enfilamos la bajada por el cortafuegos, pero éste año a mitad de bajada nos desvían a la izquierda por otro cortafuegos, cosa que despisto a muchos corredores que otros años la hicieron y se pasaron el desvío, fruto también de la relajación y que no se fijaron en las balizas.

Por detrás vemos que José viene cerca, y en una subida del cortafuegos Roberto decide esperarle, yo continuo subiendo ahora en solitario, la chica se ha ido unos metros por delante. Estamos llegando al primer avituallamiento y veo a lo lejos a Beni, que también salió con los del a media antes, lo pillo justo en el avituallamiento, en el cuál no paro y cojo el vaso a la carrera. Comienza una subida que no me molesto ni en pensar en correr, vamos ni yo ni los que van por delante de mí y por detrás tampoco. Salimos a una pista que desemboca en un camino habitual de las carreras por esa zona, que nos lleva hasta un cortijo cercano al Arquillo. Aquí vuelvo a coger a la chica, Rosa. Y ya desde aquí hasta meta con ella. Vamos hablando mientras nos acercamos al Arquillo, lo que hace que se nos pasen más rápido los kilómetros. A la entrada del Arquillo ve a Andrés, Casillas y Norberto, que los doy caza en el avituallamiento de la pequeña alquería. Bebo un poco de agua y espero a que Rosa termine su gel para emprender de nuevo camino. Ahora ya viene lo divertido, el emblema de los Artesanos, la temida “Silleta”. Comenzamos la ascensión junto a Norberto y Casillas, eso sí, andando, no queda otra que caminar. Poco a poco vamos dejando a los compañeros atrás y cazando a otros corredores. Antes de terminar el tramo duro nos caza Chico, que va muy fuerte, puede que le diese alas la camiseta colchonera que llevaba después del victoria del día anterior en el derbi. Llegamos al avituallamiento de la Silleta, y la verdad que se me hizo bastante corta la subida comparada con otros años. Me acerqué a la mesa, cogí un vaso de agua y un trozo de plátano y no paré ni a comérmelo allí, lo fui comiendo mientras iniciábamos el descenso, el cuál fue la primera vez de las tres ediciones que he corrido que lo pude completar corriendo, sin ningún percance ni molestia. Tanto fue así que desde el alto de la silleta hasta meta fue todo corriendo. Cuando llegamos al desvío del maratón comenzamos el último ascenso que lo completamos Rosa y yo corriendo y adelantando a varios corredores, incluidos otros dos Zapatones de la media, Raúl y Barrios. En el alto tomamos el desvío que nos lleva al Palancar, descendiendo por un tramo bastante complicado por las piedras sueltas y la pendiente, que nos hacía ir de lado en algunos momentos. Luego nos metimos en el tramo de jaras que nos lleva al camino que desemboca en el arco de meta. Freno un poco y espero a Rosa, entramos en meta con un buen tiempo, mejorable, pero con buenas sensaciones.

 

Al final buena carrera, mejor de lo esperado, ritmo constante prácticamente todo el recorrido a excepción de la subida del castillo y la silleta. Además de una buena compañía con Roberto en el primer tramo de carrera y con Rosa el resto del recorrido.

 

En la entrega de trofeos nos llevamos a parte del tercer puesto de Carlos en su categoría en la media, una paleta para el club por ser de los más numerosos. Ya tenemos “pa merendar”!!