Crónica cortesía de Ángel

 

A eso de las 8:05 aproximadamente salimos de Coria camino de Almendralejo. Pero como no podía ser de otra forma, nos retrasamos un poco. En ésta ocasión fue Andrés quién nos hizo retrasarnos, ya que en la gasolinera, mientras Juanma les echaba de comer a los caballos, Andresito abrió demasiado el ojo y la lentilla se dio un garbeo por el aire. Al baño a colocársela… la lentilla claro.

 

Por el camino Beni y un servidor íbamos “waseando” con algún Zapatón que andaba despierto a esas horas de la mañana. Así mismo revisábamos las predicciones meteorológicas para la carrera. A la salida de Coria nos mojaríamos ligeramente, al pasar Mérida esas predicciones es de que nos mojábamos sí o sí. Llegamos a Almendralejo, empezamos a callejear buscando el lugar de salida y cuál es nuestro asombro que vemos correr ríos de agua y tierra por algunas calles, tapando por completo algunos de los badenes que había en la calzada y hacía que no se viesen.

Finalmente llegamos, aparcamos en el parking subterráneo de la plaza donde se ubicaba la salida (gran acierto éste de aparcar aquí, idea mía, todo sea dicho). No vemos nada montado aún y preguntamos a uno de los organizadores de Soluciones Wellness. Nos dice que la prueba se retrasara algo, ya que debido a la gran cantidad de agua caída algunos de los conos que estaban colocando para el trazado se iban flotando con el agua. Que en principio no cree que se suspenda. Vamos hasta el teatro para recoger los dorsales y ver el panorama. Esperamos en la puerta un rato, parece que ha dejado de llover y escampa ligeramente. Antes de ir a cambiarnos al coche vemos llegar a Pablo Villalobos acompañado de Amaya Sanfabio y la hija de ambos. Estaba claro quien se llevaría la prueba tanto masculina y femenina.

 

Nos cambiamos y empezamos a calentar suavemente, pero lo suficiente para no enfriarnos con el aire que hacia. Fue la primera vez que corría con gorra, y la verdad que vino muy bien, sobre todo en la primera vuelta, donde el viento sopló con más fuerza y el agua era más intensa. Los cuatro Zapatones nos plantamos en la salida provistos de gorra, pero n o fuimos los únicos, gran parte de los corredores se decidió por ellas visto el día que estaba.

Con unos quince minutos de retraso se dio la salida a la prueba. Salimos los cuatro juntos, hasta el primer kilómetro y medio, donde Juanma se adelantó un poco y fue abriendo hueco por delante y Beni hacía lo mismo, pero por detrás. Andrés y yo continuamos juntos hasta que por detrás llegó un grupo de corredores con unos cuantos de Tomate Running, eso sería en torno al kilómetro 4, nos pasaron y yo me fui con ellos, quedando Andrés unos metros más atrás. El ritmo que no era malo, se podía aguantar bastante bien, el problema llegaba al tener unos dos kilómetros de subida, por lo cuál baje el ritmo y deje que se fueran. Al girar y terminar la subida el terreno se hacía bastante más favorable y allí me enganché con un chico que llevaba un ritmo bastante bueno.

Pasamos por la zona de meta, viendo a muchos de los corredores que hacía la prueba por relevos esperando a sus compañeros para hacer la segunda vuelta. No se el tiempo que hicimos en la primera vuelta ya que no pare el crono, pero al paso por el kilómetro 12 marcamos una hora y cuarenta segundos, siempre fijándome por el GPS del chico que iba conmigo, por que los kilómetros marcados había algunos que no estaban bien posicionados. Al llegar al km 14, el acompañante decide apretar un poco, y yo no intento seguirle, más aun sabiendo que queda toda la zona de subida. Me marco un ritmo y voy manteniéndolo, pero al paso por el avituallamiento previo al km 16 noto que algo no va bien, el estómago empieza a pedir combustible, el desayuno y el plátano previo a la carrera han pasado a mejor vida. No voy mal de piernas, no van cargadas (no más de lo habitual para éste tipo de pruebas) pero la necesidad de comer algo es grande. Saco un caramelo de chocolate del bolsillo interior de las mallas y voy dando pequeños muerdos ya que no tengo agua para que pase mejor. Así llego al final de la subida, he bajado bastante el ritmo, lo noto, y me pasan algunos corredores. Me cruzo con Andrés que está terminando la subida, y veo que me ha recortado bastante desde la última vez que nos cruzamos. Más abajo me cruzo con Beni, dice que va mal, imagino que como yo. Poco a poco se van acabando los metros y entro en la zona urbana callejeando camino de meta, entrando justo por detrás de dos corredores que al final no pude dar caza.

 

Lo positivo, que ya hemos hecho una media más para completarlas todas, y que me servirá de entreno para la Subida al Castillo de Portezuelo. Lo negativo, el bajón del km 16. Para la próxima vez aumentaré el desayuno y me llevaré un gel o algo más consistente para la carrera.

 

 

Crónica cortesía de Andrés

 

No voy a engañar a nadie diciendo que cuando Ángel dijo de ir a la Media de Almendralejo, inmediatamente la puse en mi calendario. No voy a engañar a nadie diciendo que los recuerdos de esa...
ciudad me motivaron. No voy a engañar a nadie diciendo que sabía que durante ese día estaba seguro de que iba a ser un recuerdo de lo que fue ayer, y una comparación con lo que era hoy.

El correr por la Ciudad Internacional del Vino y de la Cordialidad para mí era volver aquellas calles en las que mi vida tomó un rumbo diferente.

Puede ser que para otros Zapatones fuera la oportunidad de hacer una nueva muesca en la serie de Medias Maratones que llevamos en las piernas. Para mí no, es más, creo que ese reto de hacer todas las Medias de Extremadura lo veo muy lejano, y casi imposible.

Así que apuntados quedamos, y empezamos a planificar esa carrera. Juanma, Beni, Ángel y un servidor.

La habitual borrasca semanal pareció extenderse, y de terminar como decían el viernes o el sábado por la mañana, debió multiplicar las nubes y extenderlas hasta el domingo. Primero parecía que dejaría de llover al inicio de la carrera, luego pareció extenderse todo el día, y, por tanto, un 100% de que íbamos a pisar charcos.

Volvemos a madrugar un domingo, y nos encaminamos a Almendralejo. Nada que ver con aquel trayecto que yo hacía, nada más y nada menos, hace 22 años. Mucho mejor, pero nos llevamos un par de chubascos muy intensos, que hace que Juanma, que era el conductor en esta ocasión, tuviera que ser prudente.

Cuando entramos en la Ciudad de la Cordialidad, aquello es un torrente de agua por las calles. La calle que tomamos, que inicialmente me cuesta reconocer, nos lleva al Espolón, por donde viví el último año, y por aquella calle era imposible ver de qué material era el pavimento: una corriente de agua circulaba por ella. Los conos que encontramos nos indican que es parte del recorrido: confirmado, “hoy nos mojamos los pies”… y mientras que sólo sea eso.

Ángel acierta plenamente con la sugerencia de dejar el coche en el parking subterráneo, que está justamente debajo de la salida. ¿Parking subterráneo en Almendralejo? Soy demasiado viejo.

Prácticamente no llueve, pero nos informan que están valorando la posibilidad de suspender la carrera. Aún así, recogemos los dorsales en el Teatro Carolina Coronado, improvisada secretaría. Lo mejor que los WC están muy bien.

Nos confirman que la carrera tendrá lugar, parece que la previsión de lluvia ha bajado, y el río en que se había convertido Almendralejo había bajado su caudal.

Nos cambiamos en el parking… ya digo que fue ideal. Como una manzana, dudo como siempre sobre la ropa, pero saldré con pirata y manga corta Zapatones. Hay gente que calienta por el parking, y parece ser que es el vestuario de una gran mayoría.

Cuando salimos a la superficie, el parque ya empieza a tener pinta de salida de Media. Retraso de 10 m. Y dada la proximidad de los bares de hace 22 años, hago el calentamiento buscándolos… viendo la modificación de aquellos sitios donde “yo me moceaba”… El Ibiza sigue tal cual, supongo que seguirán dando patatas fritas a altas horas de la noche. No recuerdo el nombre de aquel en que bailé la Lambada, pero sigue. Tampoco en el que me dieron un premio (champán que compartí con mis amigos) por bailar una canción de Mecano… sigue con un aspecto un poco tenebroso. También aquel en el que tiré una copa a un chico, y sin tener un duro en el bolsillo me la jugué a que no iba a aceptar mi invitación. Allí sigue, con otro aspecto, aquel en el que Luismi resbaló y cayó de culo al suelo, pero… sin derramar una gota del cubata.

Sigo con la mirada la ruta barera de entonces que le alarga por la cale de enfrente, pero ya me queda lejos y la doy por visitada.

Para cuando vuelvo, hago estiramientos, y es que me preocupa una molestia debajo de la nalga… es muscular, sí, pero parece que me está cogiendo cariño y no me abandona. Ya veremos qué tal se porta.

Pocos somos corredores, pero nos animamos con la música en la línea de salida. Empezamos a recorrer aquellas calles, dirección Estadio de fútbol, y giramos hacia la N-630; lo que antes era un murmullo de coches, hoy es una calle amplia de Almendralejo.

Una ligera cuesta nos lleva entre típicas construcciones del pueblo, y parece que voy el primero de todos los Zapatones, como si quisiera demostrar algo en esa ciudad. Nada de eso, soy consciente de mi situación. Pero sorprendentemente Beni toma el mando del grupo… es increíble el poder de esta ciudad para transformar al personal… conmigo lo hizo en su día, y ahora… pero es un puro espejismo, es el típico achuchón de Beni pero esta vez al inicio… antes de la carretera parece que todo vuelve a su cauce (nunca mejor dicho)… Juanma, Ángel, servidor y Beni… aunque más o menos todos juntos; pronto es el primero el que empieza a mostrarnos que es el mejor preparado de todos.

Mesón Extremadura. No recuerdo con quien quedé un día allí. Algo de trabajo, creo. Ángel y yo a la par, o casi, Beni ya unos metros detrás.

Ante nosotros la antigua nacional, ahora troceada y fragmentada por rotondas de modo que serán que lo que te irá permitiendo marcarte objetivos con la mirada. Está claro que va a ser una carrera que no nos va a gustar… supongo que a ninguno, pero a mí sí.

El paso por una discoteca de verano, ahora cerrada, también trae recuerdos de alguno de aquellos días finales de curso. No dudo en informar a Ángel de aquel establecimiento.

Nanta es la empresa en la que pasé 1 mes haciendo prácticas… y viendo cochinos… además tuve la oportunidad de ir a la feria de Zafra a probar las bonanzas de esos animales.

Y es que me distraigo con ese recorrido. Juanma ya muy adelantado; Ángel y un servidor casi a la par; y Beni ya unos metros por detrás… y a la izquierda un cielo oscuro nos muestra lo evidente: nos mojamos… y así es, empieza a llover.. no es muy fuerte, pero el agua se va pegando en la camiseta mientras avanzamos por aquella carretera.

El otro sentido de la carretera forma parte del recorrido, es lo que tiene que sea circular, y te permite cruzarte con los primeros puestos… Pero eso es otra cosa.

La ausencia de carteles indicadores de kilómetros, caídos por el agua, hace que ande un poco despistado; aunque quizás más por la diversión de mirar a uno y a otro lado.

Cuándo nos cruzamos con Juanma, éste ha cambiado la orientación de su gorra,… ahora el aire, y la lluvia le viene del lado contrario, y así la tiene orientada. Así nos informa.

El giro es advertido como peligroso por uno de organización, espero que no lo sepa por que haya visto algún patinazo.

Ahora tomamos una pendiente descendente hacia Almendralejo. Vamos por el sentido contrario, con lo que podemos ver a los que vienen por detrás de nosotros. También vemos a Beni ya bastante descolgado, supongo que empieza su carrera.

Aunque por detrás de nosotros ya hace tiempo que viene un trío de Tomate Running y otro par de Badajoz. Así que se unen a nosotros. Inicialmente se colocan detrás, con el típico chiste de que nuestra envergadura les está protegiendo del aire y que de ahí no se mueven. También “¿Qué les dan de comer a éstos de Coria?”.

El grupo está más fuerte que yo, y Ángel les sigue, con lo que me quedo solo. Si las cuentas no fallan, ya ha llegado el momento de seguir sólo el resto de la Media Maratón.

El grupito al que se ha incorporado Ángel ya se va alejando poco a poco, sacándome cada vez más metros. La pendiente descendente me permite marcar unos tiempos aceptables, pero una vez que llegamos a los pies de la Ciudad del Vino empieza una rampa a la que sigue la línea recta de la antigua carretera que cruza Almendralejo. Ahora la pendiente se vuelve contraria.

A esas alturas la camiseta la noto pesada, y pegada al cuerpo, a pesar de que ya no llueve, salvo alguna muy ligera llovizna. Yo sigo entretenido con la visión de aquella ciudad que me albergó durante 3 años, y los cambios que ha sufrido.. y cómo no, los recuerdos.

El bar Sevilla hoy está cerrado. No sé si será consecuencia de la crisis o de que es domingo. Un bar cerrado un domingo? Cosa rara… Supongo que ya no será punto de parada de aquel autobús que entonces hacía la línea Cáceres-Sevilla-Cáceres, y que a mí me devolvía a casa.

Una renovada estación de trenes también me trae los recuerdos de aquellos amigos que venían en tren a visitarme, y a visitar Almendralejo, y a pasar aquellos fines de semana.

Antes de la Plaza de Toros, dejo a mi derecha aquel parque tan grande… recuerdos. El recorrido no es más que a la izquierda locales comerciales, o adaptaciones de otros locales de antaño, en un formato muy típico de esa ciudad. A la derecha aparecen nuevas construcciones y otras mejoras… Estación Enológica, Museo del Vino, y una pista cubierta donde antes había una cancha de baloncesto en la que jugábamos contra los compañeros locales.

Y al fondo Santa Ana, aquella residencia donde pasé 2 años, y aquellas aulas donde le cogí el gustillo a eso de estudiar. Todo en aparente decadencia. Pero se mantienen aquellos restaurantes y bares que se construyeron en los últimos años, y aquellos hoteles que siempre estuvieron allí.

Puede verse claramente que esta carrera es de recuerdos… y es que además no hay nada más que contar pues el recorrido puede parecer aburrido a los demás… salvo cuando volvermos a cruzarlos con los corredores que van a la inversa. Ángel ya parece haber dejado la compañía del grupo que llevaba… o creo que el grupo le ha dejado a él. Próximo objetivo: corredor de rojo, en clara decandencia…
Antes me cruzo con Beni que ya viene en sentido contrario: choque de manos de compañeros de fatigas, como dice él.

A ese corredor, en apariencia muy joven no tengo dificultades en alcanzarle, sobre todo porque la pendiente es muy favorable. Sin otro objetivo más, de momento.

Alcanzo la plaza de toros a la vez que llega un grupillo de gitanos que empiezan a aplaudir y a acompasar sus palmas como si fueran a empezar a cantar. No animan, es su forma de actuar.

Al girar en la plaza de toros, un corredor me alcanza… me saluda, me pregunta… me dice que le suena mi cara de verme en muchas carreras… y es que sin darme cuenta creo que soy un corredor habitual… no es la primera vez que me lo dicen. Me identifico como de Coria y le digo que normalmente hago las medias de Extremadura. Él es de Badajoz.

Pero la conversación es breve. No tiene problemas en dejarme atrás. Un poco más adelante cogemos la calle que va directa a la plaza, pasando al lado del Parque de la Piedad…. Recuerdos… pero sobre todo cuando paso por el Espolón, y veo el piso de Fidel. Sólo falta Isidoro asomado al balcón viendo pasar al personal por esa calle peatonal. Supongo que yo no andaría muy lejos.

Pero ahora esa calle donde antes corría el agua, ahora ya está más o menos seca. Tiene una pendiente muy buena, y eso me hace coger un ritmillo más rápido.

En el paso por meta veo a varios corredores esperando a que llegue su pareja de Media Maratón: corren por relevos.

La mitad ya está hecha, y a partir de ahí es volver a recorrer lo ya hecho.

Estadio de Fútbol– Subida – Carretera – Rotondas – carretera – rotondas – y así sucesivamente. En alguna rotonda veo un policía local, me llama la atención su altura… “menudo pívot” pienso… se nota que el partido de baloncesto del día anterior no me ha castigado lo suficiente para no pensar en ello.

Volvemos a cruzarnos con los corredores que ya se reparten a lo largo de todo el recorrido, con lo que puedes estar curioseando todo el rato con los que vienen en sentido contrario. Vuelvo a cruzarme con Juanma, aparentemente bien. Con Ángel, ya descolgado del grupo, y empieza a darme la sensación de que le he recortado algo. No lo creo fielmente.

Cuando ya he hecho el giro, y para eso ya han pasado unos 3 km, me fijo en el antiguo Zoo de Almendralejo. Hoy cuelga un cartel muy curioso “Atención: Perros Sueltos”… muy apropiado para un zoo.

La pendiente favorable me hace soportar esa parte del recorrido, y con la vista a lo lejos me marco un ritmo decente para la altura a la que estoy. Pero al iniciar el repecho que da entrada a Almendralejo me adelantan unos corredores… “Tranquilo, tranquilo…” me dice uno de ellos. Pienso si lo dice porque me ve mal, o quizás mi característica postura de correr puede hacerle creer que estoy a punto de reventar.

En cualquier caso creo que cruzo Almendralejo dignamente. Más cuando la pendiente es ascendente. Vuelvo a repasar todos los recuerdos anteriores. Antes de alcanzar el giro me cruzo con Ángel, me doy cuenta de que no va bien, se le nota cara de sufrimiento, está en caída libre.

Está mal decirlo, pero me planteo alcanzarlo. Antes del giro me supera un corredor mayor, claramente está acelerando el ritmo ante los pocos kilómetros que quedan. Yo lo intentaré para alcanzar a mi compañero.

Tras el giro la pendiente es descendente, y me propongo alargar un poquito la zancada. Adelanto a algún corredor, y además me doy cuenta claramente de que estoy recortando a Ángel, además, mucho más de lo que pienso; hasta Beni al cruzarme con él me lo dice. Pero esa molestia no me deja extender la pierna izquierda totalmente.

Mis cuentas: “Si no puedo alargar la zancada totalmente, si me faltan 5 cm más de zancada por esa molestia; si doy 1000 zancadas al kilómetro, estoy perdiendo 50 m en cada kilómetro”…. La mente es libre, la carrera es larga, y yo voy dando vueltas.

Pero veo que me voy aproximando a Ángel a pesar de mis limitaciones. Pero cuando estamos próximos a la plaza noto que se me empieza a distanciar, y al doblar parece que vuelvo a recuperarle, pero dada la proximidad de la meta ya tengo seguro que no le voy a dar alcance. Me faltan esos 50 m por kilómetro.

La calle final, es una pendiente muy favorable, y hago por alargar zancada, pero molestias y bloques de hormigón en mis piernas me hacen retroceder y ser conformista. Nadie me va a alcanzar, ni creo que yo vaya a alcanzar a nadie, con lo que ya sólo queda llegar ante el no mucho público que nos espera.
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